El cine documental nació exactamente en el año 1922 con el estreno
del filme NANOOK EL ESQUIMAL (de Robert Flaherty). Desde entonces el
llamado «segundo género» no ha hecho más que crecer, recorriendo un
camino sorprendente, azaroso y variado.
Los primeros documentalistas fueron grandes exploradores (Flaherty,
Vertov, Grierson) que pusieron en marcha expediciones laboriosas hacia
los puntos más remotos del globo, para filmar por primera vez
acontecimientos o culturas que nadie conocía de cerca. Así trabajó y
vivió la primera y la segunda ola formada por hombres legendarios
(Karmen, Medvedkine, Ivens, Marker, Rouch, Perrault).
La televisión –a partir de la década del 60– amenazó gravemente a estos
pioneros, obligándolos a replantear su trabajo, sustituyéndolos en parte
por modernos equipos de reporteros que duplicaron su capacidad de
viajar.
Sin embargo, después de esa fecha –poco a poco– los directores de
documentales descubrieron que se podía filmar películas sin apenas salir
del barrio. Aparecieron incontables cintas documentales sobre cualquier
actividad del hombre. Por ejemplo, filmes sobre pintura, arquitectura,
música, política, deportes, literatura, medicina, etc., que demostraron
que el género documental no sólo era útil para mostrar geografías
remotas sino también para seguir, analizar y fotografiar cualquier
aspecto de la sociedad.
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